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Parece que en España algunos han olvidado que este ha sido un País de emigrantes.
Desde finales del siglo XIX, hasta la gran depresión, la emigración española hacia Cuba, Puerto Rico, Argentina y USA entre otros países llevó   a millones de personas a la búsqueda de sustento material y ayuda a los que aquí se quedaban.
Al finalizar la guerra civil, el exilio español que se dirigió a América, de manera especial a México, fue acogido con los brazos abiertos por los mexicanos y protegido de forma especial por las autoridades.
A partir de la finalización de la Guerra Civil, la dictadura implanta un modelo económico autárquico, que empobrece aún más a España, y no es hasta el plan de estabilización de 1959 cuando este país comienza a modernizarse.
El plan de estabilización supone la emigración de millones de españoles hacia Europa, Francia, Alemania, Bélgica, Países Bajos, Canadá, etc.
El sistema de entrada en esos países se realizaba a través de los primeros que habían emigrado, y con un visado de turistas se empleaban en las fábricas , en el servicio doméstico u otras tareas.
La entrada de divisas, procedentes de la emigración, fue un factor fundamental del arranque económico de España y una de las bases del bienestar que disfrutamos ahora. Otros factores de bienestar se desarrollan una vez que se implanta en España un Estado democrático.
Los ciudadanos españoles, por historia y conocimiento de las necesidades económicas, poseen una especial sensibilidad hacia quienes tienen que abandonar su tierra y sus familias y recalar a miles de kilómetros para tener esperanza e futuro, porque saben lo duro que es emigrar.
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LA INMIGRACION EN ESPAÑA
La salida de la crisis económica de los 80, la globalización de la economía, las diferencias cada vez más anchas entre Países pobres y ricos, el crecimiento desmesurado de los Países del norte, hace que las necesidades de mano de obra para empleos de baja cualificación sea acuciante en el primer mundo.
A partir de estas premisas, la inmigración comienza a llegar de forma masiva por tierra, mar y aire. España se convierte de la noche a la mañana en un estado multicultural, con muy pequeños brotes de conflicto.
Mientras la economía va bien no pasa nada, pero cuando los problemas económicos apuntan y hacen diana en las economías domésticas, algunos se aprovechan del momento de una forma oportunista y atizando el fuego con una demagogia despiadada, pretenden sacar rédito electoral sin importarles nada.
Atizar este fuego puede acabar, y de hecho ya se está comenzando a comprobar que la xenofobia y el patrioterismo barato sacan pecho.
Menos mal que la sensatez la ponen algunos políticos como Jordi Pujol, que manifestó recientemente, «La política económica española ha jugado con los inmigrantes a usar y tirar»,poniendo de manifiesto la importancia de los inmigrantes en el desarrollo de nuestra economía.
Tanto Sami Nair como Felipe González manifestaron asimismo que Europa necesita entre tres y cinco millones de inmigrantes en los próximos años para cubrir sus necesidades.
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Hay tantos elementos comunes entre la emigración española y la inmigración, que esos políticos de primer nivel que agitan fantasmas o bien padecen amnesia, o lo único que pretenden es alcanzar  el poder sin importarles ni los medios ni las personas.